sábado, julio 19, 2008

La marea

Viene y no lo puedes evitar. Pero libera, desahoga, alivia, consuela... Y luego, calma. Mucha calma. Siempre pasa en este barco, será porque zozobra demasiado y no sé bien a dónde agarrarme. Cuando creo que estoy seguro en un lado, me empiezan a temblar las manos y tengo que soltarme. Menos mal que el mar sigue ahí, como un testigo impasible, contemplando, un voyeur incesante. ¿Y a quién le pregunto hacia dónde tengo que seguir? Dímelo tú... dímelo tú... sí... tú... como sea... con una señal, con un pasito pequeño de esos que para ti significan tanto y que, sin embargo, para mí parecen más cotidianos. Hay marea, sí, pero esta vez tengo la sensación de que la vida me ha metido en ella para aprender y eso es lo que estoy intentando hacer. Cuesta, cuesta mucho no tirarse y nadar como siempre. Pero algo me dice que va a merecer la pena, que tengo que hacer esto a un ritmo inverso al que late mi corazón. Qué paradoja... pero qué bonito experimentarlo. Así que, al final de todo, gracias.

miércoles, julio 02, 2008

Un sueño

Soñar. Doy vueltas en la cama, no sé si estoy despierto o dormido. Es un estado intermedio. Pero sé que lo he soñado. Todavía siento el calor, su aliento en mi espalda. Me doy la vuelta y no necesito nada más. Ahí está. También se ha despertado. Nos miramos a los ojos, no hay palabras, sólo silencio. Un silencio precioso. Me encanta estar así. Paso la mano por su cara. Los ojos parecen mucho más profundos vistos desde tan cerca. Qué bien se está así, ¿verdad? Parece que ya no hace tanto calor. Puedo pasarme horas mirándote, puedes volver a dormirte si quieres. Yo te guardo el sueño, para que nadie te despierte. Me encanta verte dormir. En este sueño mío me encanta verte dormir. Respiras con mucha calma. Y no tienes miedo. Yo tampoco. ¿Qué más da lo de antes? Sólo vale ahora, sólo vale este momento. Ha sido un sueño, sí. Pero hay algo de lo que estoy muy seguro: entre tu cara y la mía las distancias eran muy cortas.