miércoles, diciembre 12, 2007

Manos

Son sólo dos manos, pero han venido cuando más las necesitaba. Han llegado acompañadas de una sonrisa que ya casi había olvidado, se había dormido en algún lugar de mí. Y luego calor, mucho calor, el vello de punta por estar tan cerca amasando el deseo en esas cuatro paredes que han visto mi alma desnudarse. Otra vez, la segunda, a esa distancia que me protege tanto, que me hace sentir vivo y vulnerable, entonces me quiero y lucho por no acurrucarme en esa tabla inalcanzable pero que a veces veo tan cerca. Ahí no hay brumas, sólo la luz débil de una vela. Ahí no hace falta nada, sólo mirar y escucharse. Ahí sólo respiro el agua de un mar que, por fin, vuelve a ser el mío.