sábado, julio 19, 2008

La marea

Viene y no lo puedes evitar. Pero libera, desahoga, alivia, consuela... Y luego, calma. Mucha calma. Siempre pasa en este barco, será porque zozobra demasiado y no sé bien a dónde agarrarme. Cuando creo que estoy seguro en un lado, me empiezan a temblar las manos y tengo que soltarme. Menos mal que el mar sigue ahí, como un testigo impasible, contemplando, un voyeur incesante. ¿Y a quién le pregunto hacia dónde tengo que seguir? Dímelo tú... dímelo tú... sí... tú... como sea... con una señal, con un pasito pequeño de esos que para ti significan tanto y que, sin embargo, para mí parecen más cotidianos. Hay marea, sí, pero esta vez tengo la sensación de que la vida me ha metido en ella para aprender y eso es lo que estoy intentando hacer. Cuesta, cuesta mucho no tirarse y nadar como siempre. Pero algo me dice que va a merecer la pena, que tengo que hacer esto a un ritmo inverso al que late mi corazón. Qué paradoja... pero qué bonito experimentarlo. Así que, al final de todo, gracias.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Leer tu articulo escuchando "La Marea" de Vetusta Morla... Menos mal que el amor compartido no va siempre a la misma velocidad... Es eso lo bonito

4:01 a. m.  
Blogger Juan said...

Merci por el comentario

2:42 a. m.  

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