martes, noviembre 27, 2007

Como ayer

El viernes por la mañana mi corazón late de otra manera porque sé que este año va a ser diferente. Quizá porque aquel bálsamo con caracteres que nunca entenderé empieza a hacer su efecto. Y allí vuelvo inevitablemente. Abro la tapa verde y parece que no ha pasado el tiempo. Mientras esa melodía repiquetea en mis oídos, mi cabeza se llena de momentos que no consigo olvidar. Y me veo sumergido en una marea de sensaciones en blanco y negro. Luego llega la calle Atocha, la nutella, ese cosquilleo, un frío que me calienta como nunca, una penumbra desde el silencio, una silueta a media luz, un verde, los cristales, los timbales, esa esquina, lo blando, un mensaje… Y sonrío